Nací en Villafranca de los Barros (Badajoz) en el año 1981. Aquellos primeros años de mi vida estuvieron marcados por mi educación en el Colegio San José y por mi familia. De los jesuitas, más allá de los conocimientos, aprendí a ser crítico, a trabajar por una causa y no tener miedo a fallar o equivocarme, a seguir aprendiendo, a darle sentido a lo que hago. De mis padres, la cultura del esfuerzo y el trabajo, la obra bien hecha, a ser autónomos, y desarrollar y compartir los talentos recibidos. Con la calificación de Matrícula de Honor, terminé mis estudios en Villafranca y emprendí mi carrera universitaria. El motivo por el cual elegí Medicina fue una mezcla de ilusión por conocer a fondo el cuerpo humano, en todas sus dimensiones, y por la labor que se podía desempeñar una vez tuviera los conocimientos necesarios. Me atraía el papel del médico como aquél gurú que puede solucionar problemas de salud con su sabiduría y buen hacer.
Estudié Medicina en Badajoz desde 1999 a 2005. Aquellos años universitarios fueron un descubrimiento de todo lo que la profesión médica abarca, que iba mucho más allá de la visión que tenía cuando empecé. Las prácticas nos ponían en contacto con la realidad mientras que las clases nos iban dando un ligero barniz a todo el conocimiento necesario para poder ejercer la Medicina. Quedaba mucho por recorrer.
A medida que iba descubriendo las diferentes especialidades no sabía a veces a qué atenerme, de las quirúrgicas me gustaba su practicidad. Visto el problema, damos una solución. De las especialidades médicas, me gustaba todo el proceso hasta encontrar el diagnóstico y tratamiento adecuado. Encontré en la Cardiología una especialidad donde se podía conjugar ambas partes y además todo parecía tener cierta lógica, con una autonomía profesional mucho mayor que en ninguna otra especialidad médica. Con la calificación media de los estudios universitarios de Sobresaliente, me enfrenté al MIR con mucha ilusión y por qué no admitirlo, ambición.
Por problemas personales-familiares, en vez de ir a una academia físicamente, me volví a casa de mis padres a Villafranca y me preparé el MIR a distancia. Fueron nueve meses de estudio duro y constante pero finalmente conseguí suficiente calificación para poder realizar Cardiología que era lo que deseaba. Elegí el Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla. Tenía claro que me tenía que formar bien y quería salir de Extremadura y conocer más allá de lo visto hasta entonces aquí. El Hospital Virgen del Rocío es uno de los más grandes de España que tiene desarrolladas todas las dimensiones de la especialidad de Cardiología y me parecía que podía ser el sitio ideal para realizar mi formación. Lleno de ilusión y miedos, por qué no admitirlo, iniciaba una nueva etapa en mi carrera profesional.
Los años de formación en Cardiología (2006-2011), estuvieron cargados de cambios a muchos niveles. Me casé y tuve a mis hijos, a la vez que iba poco a poco, iba iniciándome como cardiólogo. Conocí y aprendí mucho durante mis años en Sevilla. Gradualmente íbamos adquiriendo responsabilidad y, gracias a los maestros que tuve, aprendí a ejercer y emplear todo lo que iba aprendiendo mientras estudiaba. Pasé de no saber qué preguntar al paciente cuando venía por un problema cardiológico, a poder estar solo ante una urgencia vital y poder solucionarla. Fueron años de descubrir y apasionarme por lo que había elegido. Completé mi formación Académica con el Diploma de Estudios Avanzados por la universidad de Sevilla, obteniendo la calificación de Sobresaliente. Igualmente, durante esos años trabajé y colaboré en estudios que fueron publicados en revistas científicas.
Dentro de la especialidad, me llamaba la atención el diagnóstico y tratamiento de las arritmias. Me parecía que más allá de la complejidad teórica de entender lo que ocurría, era muy resolutiva. Pues con paciencia, y perseverancia se podía dar solución a muchos de los problemas que se planteaban. Por ello, me dediqué a formarme especialmente en esta área. Estuve 2 meses en la Unidad de Marcapasos de Huelva en el año 2009 que por entonces eran pioneros en la estimulación fisiológica y estuve tres meses en Bruselas con el Dr Brugada en el Heart Managment Rhythm (UZ Brussels). Al terminar la especialidad, realicé una beca de formación durante un año en Arritmias en el Hospital Virgen del Rocío y posteriormente, y ya ejerciendo como cardiólogo en Mérida, completé mi formación con el Master en Electrofisiología Diagnóstica y Terapéutica en el Hospital Universitario Gregorio Marañón (Universidad Complutense de Madrid entre los años 2014-2016). Finalmente, en el año 2016, obtuve la acreditación en Electrofisiología y Arritmias por la Sociedad Europea de Cardiología.
Mis primeros años de ejercicio profesional, me llevaron de vuelta a Extremadura. El hospital de Don Benito-Villanueva precisaba cardiólogo y quizás era el momento de volver. Inicialmente fue una época de contrastes entre lo aprendido en un hospital donde estás rodeado de medios y compañeros que tienes acceso a todo, a un centro con recursos mucho más limitados. Aprendí a decidir, y a asumir que tenemos que dar soluciones a lo que se nos plantea, más allá de la queja constante. Se convocaron oposiciones y saqué plaza, por lo que inicié un periplo por la Comunidad Autónoma, yendo de Navalmoral de la Mata a Mérida y terminando, hasta el momento en Badajoz (2017- hasta la actualidad). De mi estancia en Mérida quiero destacar que gracias al Dr Portales, pude retomar mi ilusión de continuar con las Arritmias pues conseguimos trabajar conjuntamente en Cáceres tanto en el Hospital San Pedro de Alcántara como en el Centro de Mínima Invasión participando en los estudios que allí se desarrollaban.
Hoy, trabajo en Badajoz y Cáceres, con una especial dedicación a las arritmias que era mi deseo a medida que se fue fraguando mi carrera profesional. Sí, soy afortunado, pero esa fortuna también es fruto del esfuerzo y dedicación. Ahora, quiero que quede mucho por recorrer. A por ello.